De un tiempo a esta parte, el activismo taurino, en ciertos sectores de la sociedad, se está convirtiendo en una actividad proscrita. Las asociaciones taurinas sufren a diario el olvido o el desprecio de los mismos entes públicos que tratan con mimo y dadivosidad a otras asociaciones culturales o lúdicas.
En este entorno adverso, el “fuego amigo” no acompaña. Aquellos a los que se les presuponen cierta filiación con la tauromaquia, no arriman el hombro lo suficiente en una coyuntura complicada, con un desafío al que nos enfrentamos en un tablero sociológico donde las fichas antitaurinas están conquistando terrenos que sin la unión de todos los que amamos al toro bravo será difícil recuperar.
Las peñas taurinas siempre han sido un maravilloso caladero de aficionados. Punta de lanza del activismo taurino. Pulmón de muchas ferias y embrión de nóveles aficionados.
En contra de la lógica, sin embargo, cada vez se hace más difícil organizar actividades en torno a una comunidad de aficionados, porque para ello, suele hacer falta la colaboración de un tercero. Y encontrarse un desaire al otro lado, cuando no la puerta cerrada, empieza a ser habitual para muchas peñas que solicitan la colaboración de aquellos que, de una manera u otra, les interesa una afición viva y activa.
Un contrasentido. Y un despropósito.
Al mismo tiempo que los turoperadores turísticos aterrizan en la dehesa brava con sus paquetes de visita a las ganaderías pensados para neófitos o guiris, las peñas taurinas encuentran cada vez más dificultades para ver al toro en su hábitat natural. Discursos vacíos de abrir las puertas al campo que chocan con el “pase usted por caja”. Esta visión cortoplacista que se extiende por la mayoría de las casas ganaderas revierte en ingresos que alivian la tesorería presente de la empresa ganadera pero socaban el futuro de la tauromaquia al alejar al aficionado, y al que quiere serlo, del origen y los secretos del toro bravo.
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Los turoperadores turísticos han llegado a la dehesa del toro bravo. |
Si tuviéramos que guardar juntos todos los trofeos de peñas taurinas que han quedado huérfanos en su entrega, no cabrían en el ruedo de la plaza de Las Ventas. Excusas peregrinas de los premiados ahondan en el desánimo de muchos aficionados que han dedicado ilusión y esfuerzo en programar los premios de la feria de su localidad.
La rotación en los órganos de gestión de las peñas taurinas cada vez es mayor, el desánimo al no encontrar colaboración anima al abandono a los que un día decidieron echar la pata p´alante. Ya están llegando los días en los que las peñas no encuentran quien quiera dedicar tiempo y esfuerzo para dinamizar actividades, porque los que estaban dispuestos, han terminado abatidos de tantas decepciones de los que ellos consideraban cómplices y copartícipes, e irremediablemente, esas peñas acaban echando la persiana.
Desaparecen encastes, por la misma razón que están desapareciendo peñas. Por la desidia y el vacuo compromiso de los que viven de esto.
Una juerga con cerveza alemana, la grabación de un videoclip musical o la presentación comercial de un nuevo modelo de coche son algunos de los diversos usos que tienen las plazas de toros en época de barbecho invernal. Sin embargo, las puertas suelen estar cerradas a cal y canto si es una peña taurina la que solicita la plaza para congregar a los aficionados, hablar de toros, y organizar jornadas divulgativas sobre cultura taurina. La Peñaflorense ha sufrido este tipo de menosprecio en sus propias carnes. En estos casos, habitualmente, aparece un muro infranqueable construido con la incomprensión de la propiedad de la plaza, generalmente pública, o la desgana del arrendatario.
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Presentación de la nueva gama de vehículos BMW en la plaza de toros de Zaragoza, |
Esta actitud restrictiva de las administraciones públicas que son propietarias de cosos taurinos, como es el caso de la Diputación Provincial de Zaragoza, contraviene la razón -que en una plaza de toros cierre la puerta a los aficionados al toro- y la propia Constitución Española que en sus artículos 44 y 46 “insta a los poderes públicos a promover el acceso a la cultura y el enriquecimiento del patrimonio histórico, cultural y artístico”. Porque aunque algunos no se enteren, o no quieran enterarse, la Tauromaquia es “una disciplina artística y un producto cultural" y "pasa a formar parte, a todos los efectos, del Patrimonio Cultural de España" (RD 1151/2011 y RD 18/2013).
Y como los ejemplos descritos anteriormente, hay otros. Incluso más sangrantes. Aunque, afortunadamente, aún quedan personas por las que merece la pena seguir dedicando esfuerzos en el activismo taurino. Aficionados que merecen nuestro apoyo. Dos ejemplos paradigmáticos son el Club Taurino Vicois; y la multitudinaria manifestación celebrada en Valencia.
Este grupo de aficionados franceses son una especie de ONG de la causa taurina. Trabajan, con la suya, por nuestra afición. Han conseguido a base de tesón y afición no depender de favores de otros para sacar adelante una de las ferias más imporantes de la temporada europea. Y por eso, y otras razones relativas al espectáculo que allí se ofrece, la Peñaflorense va a repetir viaje a la Feria del Toro de Vic Fezensac en 2016. Para rendirles pleitesía y respaldar con nuestra humilde presencia a quienes trabajan por la Fiesta sin esperar nada a cambio.
La mascletá taurina del pasado 13 de marzo fue organizada por la Unión Taurina de la Comunidad Valenciana y la Federación de 'Bous al Carrer', ambas organizaciones compuestas en su mayoría por colectivos de aficionados a la tauromaquia. En este caso, el apoyo de profesionales, ganaderos, empresarios y demás gremios taurinos fue unánime e inequívoco. Debería ser siempre así, porque remando todos hacia el mismo destino y dejando atrás intereses particulares, somos invencibles.
Artículo publicado en el Fanzine RIPAMILÁN de la Peña Taurina Peñaflorense y que firma este blog.