La envidia mala.

Escudriñado ya Fandiño, su actitud y su aptitud, poco se ha reflexionado sobre el reventón de la plaza. Un "no hay billetes" que fue la suma de muchas ilusiones. De billetes de AVE, de autobuses de peñas taurinas, de la afición madrileña o de cuatro amigos que pagaron a escote la gasolina. Y de una impecable gestión previa al festejo. Un éxito de asistencia sin precedentes en tan señalada fecha.

El cash flow de Taurodelta a estas alturas de año es la envidia de todos los empresarios taurinos, incluso de los que tienen un sistema de pagos en diferido. En este sentido, la "envidia buena" es un catalizador del aprendizaje, un esfuerzo por reproducir a imagen y semejanza muchas de las buenas prácticas que propiciaron el éxito de otros. La "envidia mala" te convierte en un quijote encerrado en tus convicciones caducas. Simón Casas no sé si quijote, pero ya son varias veces que ha visto enemigos donde había molinos. Su egolatría le hace diferente al resto de empresarios y vista la gestión (la no gestión) previa a la tradicional corrida concurso de ganaderías de Zaragoza queda en evidencia que es un empresario diferente. "Productor" se hace llamar. 

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A tres semanas de su presunta celebración, la "producción" del festejo es secreta. Por no saber no se conoce ni la fecha. Ya no digamos los toros. Ni que quisieran cargarse la Feria de San Jorge. A golpe de improvisación.