Después del fiasco de la corrida de Nuñez del Cuvillo, la feria volvió al cauce del interés y del contenido, con un esclarecedor festejo, limitado por una cuestionable corrida de Juan Pedro Domecq, especialmente criticable por su flojera y falta de fuerza. Desigual, pero de correcta presentación.
El primero pareció ser hermano de los de ayer. Inválido. Pañuelo verde y para fuera. Cinqueño el primero bis. Un toro. Colorado. Otro tullido. Apenas tenía fuerzas para aguantarse en pie. Un coñazo de faena dentro de la pulcritud habitual de Ponce. Y de sus ventajismos. Mató bien. Raro. Palmas de cariño.
Encajado Diego Urdiales, que sustituía a Finito de Córdoba, en las verónicas de recibo. Bonito el toro. Colorado. Cumplió en el primer puyazo. El segundo no existió. Brindis a sus compañeros de cartel. Curioso. Como si les pidiera permiso por aparecer allí y de esa guisa.
Los que somos de Zaragoza sabemos que ligar en el Pilar es accesible. Incluso para los feos. ¡Ja!. Pues ni por esas. Urdiales sumó pases de uno en uno. Auténticos. De firma. Pero de uno en uno. Desde la grada gritaron aquello de "se van sin torear" cuando fue a por la espada y, en parte, llevaban razón. Gran estocada aunque con derrame. Oreja.
Tercero para Talavante. Derribó en el primer puyazo porque cogió al caballo por los pechos. La segunda vara, un simulacro. El comienzo de faena fue un homenaje al gran Pepe Luis Vázquez, desde el centro del anillo, y con el pase del cartucho. Recuerdos taurinos. Con susto incluido. Y tres naturales cadenciosos para hacer hervir la plaza. Y otros cuatro mejores. Con la derecha no bajó el diapasón de la faena. Ligazón. Temple. Imaginación en los remates. Arrucina incluida. Y a matar. Cuatro tandas y a matar. Para qué más. Estocada hasta la bola. Pelín trasera y tendida. Descabello. Dos orejas. Yo si fuera Luque ponía una reclamación. Pasamontes veleta.
|
Talavante al natural (toroszaragoza.com) |
Guapo el cuarto. Astifino. Salpicado. Flojo de remos. Toro para fuera. Cuarto bis, de Torrealta. Colorado bragado. La lidia fue un continuo cuidado para por el toro. La faena mil veces vista. Poncismo en vena. El pico, el temple, la pose y la cintura. El arrimarse a toro pasado. La faena de aviso. Estocada imperfecta. Y oreja. El poncismo feliz.
Negro el quinto. De la ganadería titular. Gran primer encuentro con el caballo. Romaneó. Chiquelinas garbosas en el quite de Talavante. El toro se transformó en un animal ingrato que se defendía y sabía lo que se dejaba atrás. Urdiales, con su concepto puro, lo intento sin éxito. Se le volvió a escapar la oportunidad que tantas veces reclaman sus partidarios. Torear es algo más que ser el maniquí perfecto para blogs taurinos.
Burraco el de la jota. En el primer encuentro derribó. Como casi toda la corrida, el segundo puyazo fue un camelo. Juan José Trujillo se desmonteró con su habitual solvencia banderilleando cualesquiera sean los terrenos del toro. No hubo conexión entre toro y torero. La falta de fuerzas del animal se sumó, para mal, a un Talavante poco templado. El toro se echó después de dos pinchazos.
Talavante terminó bien una temporada extraña. Y Diego Urdiales desaprovechó la oportunidad que tantas veces llevaba pidiendo él, y sus partidarios.
0 comentarios:
Publicar un comentario