El gatopardismo taurino. Cambiar todo para que nada cambie.

El gatopardismo, o también llamado lampedusianismo, es un concepto político según el cual en determinados momentos históricos se hace necesario crear una apariencia de cambio revolucionario con el fin último de que la base, el núcleo del sistema, permanezca incólume e inalterado. Aquello de "cambiar todo para que todo siga igual".

Invierno aparentemente convulso en la fiestas de los toros. Con las figuras levantadas en armas contra la empresa de Sevilla. Con la intención de dar matarile a la dinastía Canorea. Como si aquello fuera la purga de Benito. Muerto el perro, se acabó la rabia. Pues no. Canorea es el fiel reflejo de una industrial taurina anacrónica, poco preparada y acomodada en un sillón que le fue concedido por razones ajenas a la meritocracia y a la excelencia. Rejuvenecer Sevilla no sirve de nada si luego siguen saliendo pliegos de condiciones como el del Puerto de Santa María. El municipio gaditano, donde debe gobernar ERC o Bildu, con la plaza enferma de muerte, vuelve a subastar el coso portuense a su mejor postor. No aprendemos. La oferta económica pondera cuarenta y cinco de los cien puntos que se ponen en liza en el proceso de adjudicación.

Desde fuera, o esa es mi percepción, parece que todos los problemas de la Fiesta se resuelven mandando a la cola del INEM a los empresarios de Sevilla. El cambio necesario es más integral. De estructura. No de nombres o personas particulares.

Otro invierno desaprovechado para limpiar parte de la cochambre taurina. La vida sigue igual. Igual de mal. Las primeras publicaciones acerca de la temporada confirma el continuismo en las malas prácticas. Los viejos vicios. Para muestra, un botón. Ricardo Gallardo, después del fraude, a sabiendas, del año pasado en Bilbao, este año repite en el Bocho. Olivenza y Valencia son calcos de años anteriores y Castellón vuelve a ser imagen y semejanza de lo que son el noventa por ciento de las ferias. Y me temo que el famoso PENTAURO sea otra coartada más del gatopardismo taurino. En otras palabras, hacer creer que todo o una parte del todo va a cambiar, cuando, en realidad, todo seguirá igual.

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