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Estatua de Goya en el patio de caballos |
Ahora o nunca. 2014 es el año. Tiene que ser. El año donde la plaza de toros de Zaragoza recupere su verdadera esencia, la de sus doscientos cincuenta años de historia. Ahuyentando los fantasmas del presente y recuperando su glorioso pasado. Con hechos, pero también con pequeños, o grandes, detalles.
Y la mejor manera de simbolizar esa recuperación de la auténtica Zaragoza taurina es que Don Francisco de Goya y Lucientes vuelva a presidir los festejos en lo alto de su tendido cuatro. Allí de donde fue expulsado por Justo Ojeda, y con la connivencia de la Diputación Provincial, por ocupar un sitio que impedía vender un puñado de localidades extra a la empresa. Y por ello, lo relegaron al patio de caballos, escondido entre furgonetas de cuadrillas y coches de visitantes. Arrinconado como un perro entre yerbajos.
A Goya, figura universal y, como dice con gran atino mi admirado
Benjamín Bentura,
el mejor y más grande cronista de los toros de la historia de la Tauromaquia. Y también, el más insigne personaje que ha dado nuestra tierra, Aragón.
Arrinconar nuestra historia para hacer prevalecer intereses espurios y cortoplacistas de empresarios temporales. Una perfecta analogía de lo que ha sucedido en la plaza de toros durante estos últimos y fatídicos años.
La escultura de Goya motivo del agravio, y que debe simbolizar el renacer de la Misericordia, fue obra del artista Manuel Alcón y representa a don Francisco tomando un apunte del salto de la garrocha de Juanito Apiñani. Vive en el coso de Pignatelli desde el 23 de abril, San Jorge, de 1991.
La Diputación Provincial está en la obligación de hacer volver la escultura de Goya a su lugar de origen, vía pliego de condiciones o por mandato luisbeamontino, como les de la gana. Sería una buena declaración de intenciones.
Paco el de los Toros, como él mismo firmaba sus cuadros, tiene que volver a su sitio. Y la plaza, también.
1 comentarios:
Cómo me gustaba ver a Goya en tu plaza, allí, como un aragonés más, disfrutando de cuanto acontecía en en ruedo e imaginando sus tauromaquias.
Abogo por tu idea. Hay cosas que no se pagan con dinero.
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