Una tarde que el destino le debía (3ª Corrida de Feria. Toros de Ana Romero)

Tendremos tiempo en los próximos días para poner en valor el ejemplo vital y corajudo de Padilla. Hoy no es el día. Hoy es momento de acordarse de un ganadero al que el destino le puso en una tarde que nadie quisiéramos haber vivido. Lucas Carrasco, ganadero de Ana Romero, guardó silencio. Mutismo que trasmitía cierto sentimiento de culpabilidad por lo ocurrido. Pasaron los meses, y el torero de Jerez fue recuperando unas constantes que al principio parecían perdidas. Mientras tanto, en la finca de las Cobatillas, el día a día estaba marcado por el olvido de las empresas y de los profesionales. Creo que la de hoy es la primera corrida de Ana Romero en toda la temporada. Trescientos sesenta y cinco días después, el destino le ha devuelto algo que le debía, una gran corrida de toros allí donde empezó la pesadilla. Para echar la llave a un año maldito que los buendías de Lucas Carrasco nunca merecieron.

Gran corrida de Ana Romero en Zaragoza. Optará a algún premio de la Feria. Con la casta como mayor virtud. Astifina. Desigual en edad y en hechuras. Desde el degollado primero que bien podía haber pasado por un victorino, al descomunal tercero que, tapando el hierro, parecía provenir de la casta gallardo. Los otros cuatro, más en la línea de la casa, en el encaste Buendía. Salvo ese tercero con pinta de un pablorromero, al que masacraron en el caballo y quizás nos quedamos sin ver en su plenitud, el resto ofrecieron grandes posibilidades de triunfo. 

El lote que tuvo el infortunio de topar con Bautista fue lo que cualquier torero desea encontrar cuando se apunta a una corrida de este encaste. Toros de franca embestida y sin miradas inciertas, para jartarse a torear. El francés adoleció de todo, hasta de vergüenza. Inoperante toda la tarde. 

Una de las escenas de la tarde, protagonizada por Antonio Ferrera, es el claro ejemplo de lo que fue su actuación. Dicha escena data en el segundo tercio del cuarto toro. Mientras el animal se desangraba por el castigo, a todas luces excesivo, ejecutado por el picador de turno, Ferrera se dedicaba a trabajar la escenografía cual actor de teatro, con el paso militar y el capote a modo de tienda de campaña en el centro del ruedo.  Una chufla. Sin noticias de toreo que es a lo que se supone que vino. El primero sin torear, su segundo sin ver. Al carajo.

Para el final quedaba lo mejor. Un toro de bandera. Flameado. Un encastadísimo toro al que Paulita, torero de la tierra, tuvo la generosidad de enseñar. Una salida de najas en su primer encuentro con el caballo puso la objeción, pero, ¿acaso un toro de condición mansa no puede ser un toro de bandera? 

Flameado, cárdeno coletero, 512kg (zaragozatoros.es)

De preámbulo, unas verónicas llenas de sabor. Cadencia y templanza exquisitas. Cogió la pañosa decidido Paulita, brindó al respetable y citó en la distancia, de lejos, y la plaza entró en ebullición. Pronto y al galope acudió "Flameado" a todos y cada uno de los cites del torero de Alagón. Con trasmisión y poder. Los pases tuvieron mucho gusto y ligazón. Echamos de menos ajuste y bajar más la muleta, si bien las virtudes fueron muchas más que los defectos, más aún teniendo en consideración lo que torea el bueno de Antonio.

zaragozatoros.es

Cortó la faena cuando el toro aún pedía guerra. No fue mala decisión, creo. No sé qué hubiera pasado si mete la espada a la primera.  Marró por culpa de la precipitación. Lástima. Debe ser cruel emborronar una escena con la que tantas veces has soñado. La tenía en la mano. El destino fue despiadado para Paulita, pero quién sabe, quizás dentro de trescientos sesenta y cinco días el destino vuelva para devolver lo que esta tarde le hurtó. Lucas Carrasco sabe de lo que hablo.