El madrugón mañanero fue una broma de mal gusto. Un timo. Tomar a la plaza por tonta. La novillada de Santos Alcalde fue una calamidad calamitosa. Recordar a los pacientes lectores que esta novillada está en Zaragoza, en la Feria del Pilar, porque la empresa no quiso comprar una novillada de Los Maños. El ahorro que pretendían, lo han conseguido. ¿A qué coste? Ellos sabrán. ¿Y la DPZ qué opina de esto?
Por la tarde fue otra cosa. Una demostración palpable del funesto estado de la fiesta. Dos toreros de corazón grande, honestos como ellos solos y que solo venden verdad y autenticidad, apenas meten 2.000 personas en la plaza. Muchos aficionados, demasiados, abandonaron el barco hace ya días hartos de timos como el de esta mañana y difícil será que vuelvan. Sin embargo, los habrá (toreros) ávidos de superficialidad, chamba y embuste que medio llenarán el aforo. Al tiempo.
Sorprendió la corrida de Peñajara. Por su
nivel de exigencia y su impecable presentación. Con romana y astifinos pitones. Bien comida y dura de patas. Brava en el caballo y exigente en la muleta. Los padres de aquellos que
se lidiaron el año pasado en esta misma plaza para tres toreros aragoneses. Eché de menos veinte embestidas que dieran cancha a los toreros. Respondieron de forma notable a las exigencias que les plantearon los dos lidiadores en el segundo tercio, destacando sobre todos los dos puyazos de Alfonso Doblado en el tercero y el toreo a caballo de Tito Sandoval en el cuarto. Lo mejor de la tarde.
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Alberto Barrios (Aplausos.es) |
Fernando Robleño es una de mis debilidades. Mi ojito derecho. Uno de los más honestos toreros contemporáneos. Robleño solventó con eficacia y voluntad las muchas dificultades que plantearon sus dos primeros oponentes. Con el quinto pudo enseñar su verdad. Su colocación en el cite es la prueba más evidente de su propuesta toreadora. Fastidió con el penoso uso de la espada una faena que quedará entre una de las más meritorias de la feria. Rotundo e intenso ante la dificultad del toro.
Javier Castaño fue una versión reducida de sí mismo. No así su cuadrilla que volvió a demostrar que en los dos primeros tercios también se puede dar espectáculo. David Adalid banderilleó un toro, muy bien, y lidió otro, no tan bien. Al final del festejo, el matador salmantino pasó a la enfermería renqueante. Podría ser la razón de su actuación mediana. Sorprendió verle fuera de cacho en diversos pasajes de sus faenas, abusando de ventajas que no acostumbra a utilizar. Nos tiene mal acostumbrados. Tampoco su lote fue para recordar.
Hoy los dos toreros matan en Madrid la corrida de Palha.
Tarde de interés que con espadas afiladas hubiera sido de trofeos. Otra prueba más de que a estos dos toreros la Fiesta les debe mucho, y de que el aficionado ocasional está ganando al aficionado de temporada. A estos últimos los están echando a patadas, echando a base de timos mañaneros.
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