Ni a Goya le gustaba este cartel (4ª Corrida de Feria. Toros de Martelilla)

Francisco de Goya y Lucientes en la Misericordia

El día que se publicaron los carteles de esta Feria del Pilar, hasta el mismísimo Francisco de Goya y Lucientes, el que descansa para la eternidad en el patio de caballos de la Misericordia, se sorprendió de la combinación que diseñó la empresa para este lunes. Un lunes de saldo. Supongo que lo de la goyesca de mañana será para amainar el cabreo del genio de Fuendetodos.

Una ganadería por la que algún tratante de carne hubiera pagado más, y con algún toro que en otras comunidades no se hubieran podido lidiar debido a su edad, concretamente ese número 36, de nombre Loquillo, como el de los trogloditas, nacido en Octubre del 2006.

Apareció un torero en el cartel que ni los abonados añejos de la plaza conocían. Malos aficionados que son ellos. A los otros dos si que les poníamos cara, pero no tanto como para sostener entre ellos dos solitos un cartel del ciclo pilarista. Parece claro que este cartel fue un cartel de alivio para la empresa. Que va poca gente a la plaza, dicen. 

Los peores presagios se cumplieron y la tarde de hoy no será recordada más allá del sábado, el día que sale en procesión el luminoso Rosario de Cristal. Porque la corrida de Martelilla fue mala de solemnidad. De chiqueros salió bien comida, algunos en exceso, y enseñando las defensas por delante. Salvo la raspilla que hizo cuarta, del resto no nos quejamos en cuanto a su seriedad. Nos vale. El juego fue otra cosa. Se salva de la hoguera de las vanidades el lote de Juan del Álamo. Fiero el tercero, y de buen pitón derecho el de la jota. El torero salmantino aprovechó la agresividad del de los seis años para, con un trasteo decidido y entusiasta, cortar una oreja barata al anciano burel después de una certera estocada. Con el segundo de su lote desaprovechó un buen pitón derecho por obcecarse con los malditos circulares.

Estocada de Juan del Álamao (Alberto Barrios)

Antonio Nazaré no dispuso de una embestida franca en toda la tarde. Dos marmolillos. Tanto tiempo esperando una corrida en una plaza importante para esto. Qué pena. Vino a verle su paisano Manolo Jiménez, entrenador del Real Zaragoza. Pero del que se acordará será de Joselito Ballesteros, uno de sus subalternos, quien le hizo un quite salvador. 

Julio Parejo, para lo poco que torea, se conoce todos los ambages de la neotauromaquia. Su toreo es como su presencia en esta feria, no lo entiendo. 

Mañana Francisco de Goya y Lucientes estará más contento, que los actuantes vendrán vestidos con las mejores galas de su época. Mañana más, y mejor.