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| Cartel anunciador de la Feria de Ceret 2011 |
Ya estamos de vuelta. En Zaragoza. Con parte de la tez dorada por el sol catalanofrancés. No veas como pica en el tendido. Pero contentos. Muy satisfechos.
Era mi debut en Ceret, y en la Francia taurina. O quizás debería decir Cataluña. Ceret vive su cultura y su historia sin ningún tipo de complejo. Respetan y aman al toro bravo, y lo mimetizan llenos de orgullo con su sentimiento catalán mas que a algunos le pese. Los areneros, con barretina y traje regional. Els Segadors, como preámbulo musical de la corrida. Las cuatribarradas adornan la plaza. "Aficionats i Catalans" reza la pancarta que preside la plaza.
Oir en algunos púlpitos mensajes sobre la incompatibilidad de la tauromaquia y la Cataluña intelectual es, además de vomitivo, falso. Que se den un paseo por Ceret.
Seguidamente, mi percepción sobre la Feria de Ceret.
Destacar, primero de todo, su compromiso por la Fiesta. Por el Toro. Este acogedor pueblo francés da la bienvenida a sus visitantes con un gran cartel taurino visible desde la lejanía y que descansa sobre el puente que da entrada a las calles del centre ville. Como este, multitud de detalles taurinos inundan las calles del centro del pueblo.
Si tuviera que elegir dos palabras para definir a la afición que rebosa los tendidos de la coqueta plaza de Ceret, escogería el rigor y el respeto. Exigente. Consciente de lo que quiere ver y por lo que paga. Considerado y justo con los toreros honestos y letal con el trilero, con aquel que viene de embuste. Agradecido cuando son para el toro todas las ventajas, y ruidoso y protestón cuando la trampa hace acto de presencia.
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| Los tendido llenos. Destacable el detalle del hierro de la ganadería que se lidia pintado en los burladeros |
El tercio de varas destaca por su belleza e importancia. Se le concede el mismo peso que al resto de los tercios, incluído muleta. Todo debe ser realizado con seriedad y mesura, y si así no ocurre, se reprocha con vehemencia y sonoridad. (Adrián de Torres no pudo brindar la muerte de un novillo al ser recriminado por el respetable con música de viento después de su dudosa actuación en el tercio de varas). Al toro se le coloca en suerte de manera precisa, y cuantas veces demande el animal. Ni más, ni menos. Con cordura. Los caballos (la cuadra de Alain Bonijol) se mueven ligeros, prontos y ágiles. Una doma exquisita. Resisten auténticos topetazos como el que oye llover. Un lujo.
El compromiso y la seriedad con esta suerte en Ceret, no choca con la medida y la sensatez con la que se ejecuta, siempre con la intención de no redundar en un agotamiento físico del toro que imposibilite su entrega en la faena de muleta. Los aficionados así lo exigen. Y también debe haber toros que así lo aguanten.
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| El tercio de varas como epicentro de la lidia |
Mi corolario sobre este tema, una vez disfrutado del compromiso francés con este bonito tercio, es una mezcla de indignación e incompresión del que siente que en la mayoría de las corridas que presencia en la geografía taurina le roban parte del espectáculo.
El toro de Ceret es serio. Muy serio. Del nivel de las más altas plazas. Con trapío suficiente como para causar el respeto de todo el que anda cerca de él. Dos borrones. Un basto y feo sobrero de Fidel San Román que apareció por la puerta de chiqueros con un pitón sangrando, y la novillada de Irmaos Días, escasa de kilos, escurrida y sin morrillo. En el lado positivo, dos corridas astifinas de impecable presentación. Rematadas y con cuajo, tanto la del Conde de la Maza como la de José Escolar. La novillada de Moreno Silva intachable. Una tía, con un cuarto novillo espectacular de facha. Con dos perchas para colgar bisones y una piel morena apretada por unos músculos recios y enfibrados.
Unas imágenes para ilustrar lo comentado sobre el toro de Ceret:
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| Novillo de Irmao Días justo de presentación |
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| Astifino toro del Conde de la Maza |
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| Imponente 4º novillo de Moreno Silva |
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| Serio toro de José Escolar |
Del análisis de lo ocurrido en el ruedo ya se ha hablado en los portales y blogs taurinos. Me limitaré a destacar varias cuestiones.
1) Los novillos de Irmaos Días fueron mansos a rabiar. De los que escapan del peto del caballo con una coz. Dos de ellos fueron merecedores de banderillas negras. La novillada entretuvo por su movilidad y desconcierto, si bien aquello era de todo menos un animal bravo.
2) La corrida del Conde de la Maza mereció mejor trato, sobretodo por alguno de los matadores, aunque tampoco es menos cierto que a la mayoría de los toros les fató raza. Uno de ellos fue devuelto por blando.
3) La novillada de Moreno Silva sufrió un verdadero castigo con las varas de picar. La picaron como si fueran leones de la sabana africana. La mayoría de las veces con la salida tapada ante el descontento visible del ganadero y de los tendidos. Se le pegó mucho. Demasiado. La fama precedente influyó en los novilleros y en sus cuadrillas, salvo en "El Dani", novillero al que nunca había visto y que me sorprendió por su decisión y concepto. Se lució con el capote. Hubiera cortado alguna oreja de no pinchar con los aceros. Varios ensañaron la casta de la casa. A los novillos les faltó final y entrega en la embestida. Intuyo que el desangramiento de alguno de ellos tuvo algo que ver en esa atonía en la faena de muleta. Murieron con la boca cerrada todos.
4) Sobresaliente la corrida de José Escolar. Para mi gusto, mejor que la de Madrid. Menos áspera. Variada de juego. Salvo primero, parado y tardo, todos ofrecieron posibilidades. Destacó sobremanera el segundo de la tarde. Un bravo cárdeno que ofreció una buena y emocionante pelea en varas. 3 puyazos empujando con los riñones. En la muleta derrochó clase y, a pesar de su nobleza, trasmitió emoción a los tendidos. De vuelta al ruedo. El tercero fue exigente y duro, y el último acabó embistiendo como los ángeles por el buen hacer del espada. Toda la corrida empujó en el caballo y se empleó debajo del peto. Dos de ellos con un comportamiento superior al resto, de bravo.
Para acabar, hablaré algo de los toreros. Decir, de primeras, que vi torear al natural como hace tiempo no lo hacía. Aunque los titulares y las fotografías hayan ido para Javier Castaño, desde mi percepción, lo más imporante de la tarde, y de la Feria, lo hizo Fernando Robleño, con unos naturales majestuosos, llenos de mando, temple y profundidad. Soberbio. Castaño estuvo comprometido y voluntarioso toda la tarde. Lució a sus toros y entendió a la percepción los gustos del respetable. Motivado en su actitud y correcto en las formas. Se tiró a matar de verdad recetando una estocada, algo tendida, al encuentro. Dos orejas. Alberto Aguilar es un torero muy bravo, quizás algo acelerado en su caminar por el ruedo pero siempre pringado en hacer las cosas bien y por derecho. Serafín Marín no tuvo antagonista un su actuación, sin embargo volvió a demostrar su estado de forma. Rafaelillo está que no está. ¿Os acordáis de su paso por Madrid? Pues igual. En su desahogo, parece comprensible pasar por valles cuando el camino es tan escabroso. Paco Ureña inoperante y sobrepasado por las circunstancias.
Me encantó el trato que reciben los toreros por parte del respetable cuando son honestos con la profesión. No hace falta tener un apellido de relumbrón para ser admirado en la France. Se reconoce el esfuerzo y la honradez, la profesionalidad. Fernando Robleño es un compendio de todas esas cualidades y por eso le quieren tanto. Por cierto, me entusiasmó este torero. He tenido que pasar la frontera para darme cuenta. No sé si ha sido por mi ceguera de aficionado o por la impuesta cortina de humo con la que vivimos nuestra afición en el sistema taurino español y que nos desvirtúa parte de la realidad. O ambas dos.
Vuelvo con la sensación de que la Fiesta es manifiestamente mejorable. Que su diversidad y abundancia debe servir para enriquecerla en su conjunto. Copiar a los sitios donde se hacen las cosas bien y desechar aquellas tropelías que padecemos. Que ni todo es Ceret, ni todo es Sevilla. La Fiesta es fértil en su diversidad y así debemos disfrutarla. Y en Francia, hay mucho de lo que tomar ejemplo.
Proximamente colgaré el reportaje fotográfico de mi estancia en Ceret.
FOTOS: Rafa Blanca
Domingo, 28 agosto
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