Hoy quiero hablar de lo bueno

Me acabo de levantar y no me apetece ponerme ya a machacar con alguna de las miserias de Madrid, que, como las meigas, haberlas haylas. La oreja de Castella o la presentación de varios de los toros de Juan Pedro. Por poner dos ejemplos de ayer. Hoy es un día muy especial para los que somos zaragocistas, y no quiero empezarlo ya encabronado.

Por ello, hablaré de lo bueno. Celebro que la corrida de ayer fue una prueba más, una confirmación, de muchas de las buenas noticias que llevamos en lo que va de año.

Tenemos una cuadrilla de toreros, la cuadrilla de Manzanares concretamente, que hace de la lidia de toros un arte, sin restar un ápice a la practicidad y al objetivo final. No es casualidad que le embistan tantos toros a Manzanares. A Talavante le ocurro lo mismo, pero al contrario.

Jose Maria Manzanares, suma y sigue. Se encuentra en un momento dulce donde todos los toros le sirven para ponerse bonito. Se siente torero y no tiene ningún reparo en hacerlo partícipe con los que le rodean, incluidos aficionados. Es una delicia verle mezclarse con sus seguidores, y con lo que no lo son, dentro de la absoluta normalidad. Sensatez y vocación pública torera. Tan imporante, tan necesario y tan escaso en la profesión. De su actuación decir que volvió a torear con gusto y sobrado. Algo despegado y con ciertas ventajas que quedan en segundo plano del espectador puntual ante la belleza de lo que acontece. Con la espada, un cañón en cualquiera de las suertes de matar.

Pero la mejor noticia de todas es el estado de Alejandro Talavante. Parece que ha llegado a la cima para quedarse. Lo del otro día no fue casualidad, está claro. La faena al manso sexto de ayer tiene tanto, o más mérito, que la de la puerta grande. Ayer tocó poner el valor y su vida a disposición del animal. Dándole todas las facilidades del mundo al toro para que al final acabara embistiendo. Clarividente en la elección de terrenos y en el planteamiento de faena. Firme, muy firme con la muleta. Quietos los pies y la muleta por delante. Cualquier otro hubiera tirado por la calle del medio. Hubo naturales inmensos, no tan excelsos de calidad como los del pasado día, pero llenos de emoción y profundidad. El alma en vilo en cada pase. Unas manoletinas hieráticas de epílogo, volvetereta incluida, dieron paso a un nuevo intento de fulminar al cuatreño en la suerte de recibir. Marró. No se que hubiera pasado de haberlo matado por arriba pero me lo imagino. 

De Castella poco que decir. Con este torero me pasa que todas sus faenas me parecen iguales y que son de mejor o peor rango dependiendo de lo que trasmita el que tiene enfrente. Ayer su lote fue una sosería, aún así, desde el palco le regalaron una oreja.

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