En momentos difíciles. Val-Carreres sobre Ortega Cano

Precioso y sentido el texto que hoy escribe en El Mundo el Doctor Val-Carreres, Cirujano Jefe de la Plaza de Toros de Zaragoza, a José Ortega Cano. Os lo transcribo a continuación no sin antes desear la mejor de las suertes en la recuperación del maestro de Cartagena:

En momentos difíciles. 

Diario El Mundo. 30 de Mayo del 2011.

La Providencia ha colocado la vida de los profesionales del toreo bajo el dominio de dos dueños soberanos y antagónicos: la gloria y el dolor. Y es precisamente bajo el imperio de éste último -el dolor- cuando, en razón de mi profesión, conocí a José Ortega Cano y, por extensión, a su familia constituida por buenas gentes que hubieron de hacer un esfuerzo ímprobo para salir adelante en la vida y que profesaron un gran respeto a su madre, ya fallecida, doña Juana Cano.

La primera vez que atendí a José Ortega Cano fue de novillero, unos meses antes de tomar la alternativa en la Plaza de la Misericordia de Zaragoza el día del Pilar de 1974. Los años siguientes fueron agridulces hasta que los triunfos de Madrid y los consejos de su madre lo lanzaron hacia figura del toreo.

El día 13 de Octubre de 1987, toreando en Zaragoza, un toro de Baltasar Ibán le produjo una herida toracoabdominal compleja de amplia difusión mediática. Los días que siguieron al acto operatorio me permitieron conocer en profundidad a la familia Ortega Cano en unos momentos difíciles, similares a los que el destino ha querido situar al matador de toros en otras ocasiones.

Casi ocho años más tarde, la desgracia se cruzó nuevamente en su vida cuando en Cartagena de Indias sufrió una terrible cornada en región lumbar que hizo temer por su vida. Fui requerido por la añorada Rocío Jurado y por el entonces apoderado del matador, Rafael Corbelle, para desplazarme al otro lado del Atlántico, dado el umbrío pronóstico del herido.

De aquel viaje, recuerdo con satisfacción tres cosas: en primer lugar, la buena evolución del torero; en segundo lugar, el exquisito criterio quirúrgico con que fue tratado por los cirujanos colombianos; y, por fin, el magnífico y cálido trato que nos dispensaron tanto a mi esposa como a mí.

Desde entonces han sido múltiples las ocasiones en que hemos tenido oportunidad de reunirnos ambas familias, recordando acontecimientos gratos como el día del indulto de un novillo en Nimes, los conciertos de Rocío en Zaragoza o el día más grande, el de su boda en Yerbabuena.

Los días de felicidad se sucedieron hasta que se quebró la salud de Rocío, circunstancia que no ha llegado a superar José Ortega Cano.

El sábado la desgracia volvió. Esta vez afectando a dos familias ya que en el accidente falleció de inmediato un padre de familia. Por ello, a la par que el respeto a su memoria quiero expresar antes de nada mi condolencia.

Y a ti, José, en estos momentos difíciles sabe que tendrás como siempre a tus hermanos y a los buenos amigos. Pero tú tienes que poner de tu parte ese espíritu que nunca te ha faltado para salir de situaciones casi imposibles. Mucha suerte, José.

Carlos Val-Carreres Guinda es Cirujano Jefe de la plaza de toros de la Misericordia de Zaragoza.