Complejos y vergüenzas, por Paco Aguado.

No me gusta enlazar artículos de otros aficionados y/o profesionales, prefiero que este blog se alimente de contenido propio, sin embargo, no me importa hacer excepciones cuando la ocasión lo merece.

Os invito a leer el artículo que Paco Aguado ha publicado en burladero en relación a la cantidad de Complejos y Vergüenzas que atenazan a muchos políticos y que les impide defender la Fiesta como a algunos les gustaría si nadie les mirara. El artículo describe, exactamente, lo que este blog piensa respecto a la clase política en referencia a los toros y lo que me hubiera gustado, y no he sabido, escribir. Para leer el artículo entero, pinchar aquí.

"Para el toreo hay lacras peores que los ataques antitaurinos. Incluso más que el inmovilismo y los errores perennes del sistema. Peor que eso, más dañino, más corrosivo es el complejo de inferioridad, ese sentimiento de culpa que, latente e inconscientemente, acaba por desarrollar el aficionado ante la ofensiva moralizante de los nuevos inquisidores de la corrección política.

Algunos acontecimientos de los últimos días..."

Algunos acontecimientos de los últimos días han sido bastante ilustrativos de ese problema en los centros de decisión. Especialmente, la vergonzosa y paradójica votación del Parlamento Vasco para rechazar una posible prohibición de las corridas de toros en su territorio. Paradójica, porque negando a los antitaurinos se les dejó abierta la puerta para nuevos intentos: "No es el momento", dijo la acomplejada portavoz socialista. Y vergonzosa, porque los argumentos esgrimidos por los partidos que votaron en contra de la prohibición, incluido el PP, rezumaban un interés simplemente político, tan cínico como puntual. Por no hablar de la hipócrita abstención del PNV, muchos de cuyos miembros más sonados no suelen abstenerse tanto cuando se trata de ocupar los mejores burladeros de la plaza de Bilbao los días de corrida grande.

Les da vergüenza decir que van a los toros, que son aficionados, que les gusta el mismo espectáculo que disfrutan más de diecisiete millones de españoles. Y quieren ocultarlo a la opinión pública como si fuera un vicio inconfesable, con el mismo complejo de culpa que hace que el fumador se sienta un apestado de esta sociedad en vías de la asepsia total o que el niño gordito se aísle en la marginación de su pupitre del colegio, convencido de ser un mal ejemplo. Sólo así puede entenderse la respuesta que el pasado sábado dio a El País la nueva Ministra de Medio Ambiente, Rosa Aguilar, cuando le preguntaron si le gustaban los toros: "Sí, es cierto, qué le vamos a hacer", respondió quien fuera gran alcaldesa de Córdoba con la resignación del yonqui que es incapaz de vencer su adicción.

Les avergüenza defender la evidencia, temerosos de la presión de una minoría ruidosa que creen que amenaza sus poltronas y sin sentir a la vez la fuerza domesticada de un colectivo taurino absorto en sus propios laberintos. Por eso mismo hoy, en Kenia, la UNESCO va a dar categoría de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad al flamenco, como antes se lo dio al silbo gomero, al Misterio de Elche o a los tribunales de regantes de Valencia. Y como se lo puede dar mañana a esa tradición de los "castells" catalanes, en la que niños de seis y siete años se juegan literalmente la vida subiendo a la cima de las torres humanas. Pero, de momento, no se lo dará al toreo, porque todavía no ha surgido un solo político valiente que, a la hora de la verdad, se atreva a defender sin complejos uno de los aspectos culturales más decisivos y significativos de la historia de España.

Claro que, si nos atenemos a lo visto y oído en televisión, hay vergüenzas comprensibles. Sobre todo si, como unos cuantos millones de españoles, se conectan con ese opio vespertino que es "Sálvame", refinada arma de destrucción masiva de las corridas de toros.

Sin ir más lejos, el otro día y en apenas dos horas, entre los falsos e hinchados chismorreos de la boda de Manzanares, la separación de Rafi Camino y los líos de Jaime Ostos -maestro, hágase un favor y hágaselo de paso al toreo: no salga más en televisión-, la imagen de los toreros -presentados como pendencieros, maltratadores, machistas y "asesinos de toros", que dice ese engendro de supuesta progresía a la que llaman Karmele- salió profunda y seriamente dañada. Como todos los días, con la paciencia torturadora de la gota malaya. Y, para colmo, ahora reaparece Morilla. 

FUENTE:  http://www.burladero.com/opinion/enelsitio/015063/complejos/vergenzas