1ª Corrida de San Lorenzo. HUESCA. (Juan Pedro Domecq)

Comenzó la Feria de San Lorenzo con numerosa presencia de aficionados provenientes de Zaragoza para ver la reaparición de Raúl Gracia "El Tato" en tierras aragonesas. La corrida de Juan Pedro Domecq fue chica, demasiado chica salvo 5º y 6º. Desigual y muy pobre de pitones. Bobalicona de comportamiento. Vamos, un regalo para el aficionado. Gracias. Sería para ver los otros trece toros que pasaron por los corrales de la plaza antes de emprender el camino de vuelta al campo. Factoría Juan Pedro.

Enrique Ponce está en otra cosa. Por encima del bien y del mal. Pasa de todo y la gente está empezando a pasar de él. Con su primero, además de enseñar su ya conocido toreo despegado, estuvo vulgar en las formas y desganado en la actitud, dos cosas que Enrique siempre ha cuidado. Ya, ni eso. Amenaza con seguir el año que viene. A su primero, un torito rechoncho, se lo llevó al sol a ver si cogía algo de colorcito. El que hacía cuarto se quedaba tan corto que entre pase y pase, el torero se quedaba fuera de sitio, que sino...

A Raúl Gracia "El Tato" le vimos dispuesto, con ganas renovadas. Quizás aún con la figura sin rematar del todo y por estilizar un pelín más. En cualquier caso, se llevo el peor lote de la corrida. Su primero un inválido al que tuvo que mantener de pie. Lo mejor, dos pases de pecho como los de antaño y la estocada final, algo caída pero perfectamente ejecutada. Su segundo fue el más serio de la corrida, lo cual no lo tomen como un halago sino como un cumplido. Poco a poco lo fue metiendo en la muleta hasta que acabó agusto delante de la cara del toro, con desplantes finales que calentaron al sol, aún más de la caló que ya tenían.

Miguel Ángel Perera, a la postre el triunfador de la tarde con tres orejas, topó con lo que buscaban. Ese tipo de toro que buscan las figuras cuando se apuntan a estas corridas. Bobo, con las fuerzas justas para mantenerse en pie pero sin ellas para rascar y crear problemas, repetidor y con nobleza para dar y regalar. Cuando a un toro se le pueden dar 20 muletazos consecutivos sin mover las zapatillas de la arena, eso no es un toro, será otra cosa pero un toro no. El 6º, el de más calidad de la corrida tenía un pitón izquierdo que me dieron ganas de bajar a mí a pegarle una tanda con la izquierda. Perera le ejecutó dos tandas buenas, muy buenas, arrastrando la muleta y rematando los pases atrás. Luego se dedicó a jugar con el bicho. "Jugar" es un verbo que nunca se debería conjugar cuando hablamos de torero y toro, pero así está la cosa.

La corrida pasó por el caballo como el que pasa para fichar la tarjeta del INEM. Entre los seis encuentros, no suman un puyazo. En el primero de Perera, el matador ya pedía el cambio de tercio desmonterándose antes de que el toro topara con el peto mientras una mujer a mi lado gritaba enfurecida: ¡No le piques tantooooo!

Y a pesar de todo, me lo pasé bien. Con que poco me conformo. Ver otra vez a Raúl en los ruedos vestido de luces, unos naturales de Perera y el encuentro con varios amigos aficionados de Zaragoza hicieron que mereciera la pena ir a Huesca. Aún no entiendo el por qué, pero esta plaza y esta Feria, me encanta. Cosas que no tienen explicación.

FOTO: abc.es