Las cosas que empiezan mal suelen terminar peor

 (Evitaré hacer la crónica de la corrida de la prensa, prefiero disertar y analizar alguna de las cuestiones que esta tarde nos deja)

Pero, ¿y qué esperaban los matadores?¿que les sacaran a saludar al tercio?. La corrida empezó mal, muy mal. Antes de hacer el paseillo ya se contaban por varias las actuaciones cuestionables de los matadores y de sus representantes. Con ese ambiente previo es imposible que luego salgan las cosas de cara. Mucha de la gente estaba con el cuchillo entre los dientes para saltar al cuello a la mínima posibilidad que hubiera. Sinceramente, soy ciertamente comprensivo con esos aficionados a pesar de que este ecosistema de cabreo va contra el espectáculo festivo. Igual ha venido bien para años venideros. 

Lo que está mal hecho, mal está, por muchas piruetas y cambalaches que se ofrezcan. Madrid, como las plazas de personalidad, tiene su idiosincrasia y hay que ser consciente de este hecho incuestionable. Y en Las Ventas como en ningún otro sitio del planeta. Si vienes a Madrid, hay que venir con todas las consecuencias y sin atajos o recortes. Aunque las leyes te respalden, no vale para nada si no lo hace el que pasa por taquilla. 

Dentro de lo indocoroso del apadrinamiento respectivo de dos toros a modo de animales de compañía por parte de cada espada, El Juli seguramente fue el que lo hiciera con más pudor y recato. La elección de sus dos toros (La Quinta y Victoriano del Río) se hizo en base a criterios que borrara cualquier tipo de problema en el reconocimiento veterinario. Algo es algo. Los otros dos, ni eso. Si a eso le agregas que ambos dos están para irse de crucero al Caribe durante este verano, el resultado final no podía diferir mucho del que ha sido. El Juli, sin triunfar y habiendo estado horrorosamente con los aceros, no pierde ni un ápice de su sitio en la cima. Me encantó con el santacolomeño. Los otros dos, para replantearse las cosas muy seriamente. Lo de Perera parece, o eso espero, un bache profundo del que le costará salir pero del que huirá con vida. 

El diagnóstico de Cayetano es ciertamente desalentador. La comodidad en la que ha vivido desde que decidió ser torero, fuera de cualquier atisbo de compromiso o tarde de responsabilidad, toreando verdaderas vergüenzas con cuatro patas y dos mazorcas de maíz a modo de cornamenta, todo ello, ha desembocado en un envoltorio frágil y con fecha de caducidad. No se puede estar peor. Incapacitado. Y ya van varias. Vistalegre, Valencia, Sevilla, y ahora Madrid. ¿Y qué hacemos? Ausentarse de Pamplona no es la solución sino más bien todo lo contrario. O cambia de apoderado, o el enfoque de su carrera o ambas dos. De otra manera no le doy más de año y medio para acabar toreando con su hermano el grueso de la temporada en plazas de antirresponsabilidad. Creo que Cayetano quería otra cosa cuando se embarcó en la aventura de ser torero. Ejemplos de sangre tiene para fijarse. Solo decisiones cortantes y gruesas pueden resolver el entuerto. Un lástima. Siempre nos quedará Julián.

FOTOS: Lote de El Juli y el "toreo" de Cayetano. (BURLADERO.COM)