Corrida de NUÑEZ DEL CUVILLO. BILBAO

Dicen que los toros bravos ponen en evidencia a los toreros mediocres.

Pues los Cuvillos de ayer me ponen en evidencia a mí. Los astados fueron de tal condición que me cuesta valorar las actuaciones de los espadas y me crean dudas existenciales, del tipo ¿quiénes somos? ¿de dónde venimos? Y sobre todo ¿a dónde vamos?

Pero dejo las divagaciones para el final, para el que tenga paciencia y aguante y voy al grano.

Segunda y última de las corridas organizadas por el Club Cocherito de Bilbao, decano de los clubes españoles, para celebrar su centenario.

Tres cuartos largos de entrada en tarde soleada y calurosa.

Toros de NUÑEZ DEL CUVILLO con un remiendo de Ortigao Costa (un torazo) Desiguales de presentación. Algunos bien proporcionados y armoniosos, pero otros nada rematados por detrás, tapados solo por la cara. Los Cuvillos adolecieron, en general de falta de fuerza (sobre todos los tres últimos, que fueron protestados por una minoría), pero fueron nobles, aunque en algunos casos rayando en la bobería.

EL FUNDI – Vino pero no estuvo. Desapareció después de hacer el paseíllo. Corramos un tupido velo sobre su falta de actitud, incomprensible en él. Pero le esperamos: se ha ganado ese derecho a sangre y fuego en incontables tardes.

SEBASTIÁN CASTELLA – Muy buena actitud toda la tarde. Con desigual resultado. Prometedor inicio de faena al 2º de la tarde, con unos primeros muletazos de tanteo dados con torería. Primera serie por la derecha con empaque. Y luego ... faena de más a a menos, salpicada de enganchones y falta de limpieza en general. ¿Culpa del toro o del torero? Pregunto porque no lo sé. Arrimón final y varios pinchazos que deslucen la actuación. Mejor con el 5º, al que le hizo faena larga y variada. Recuerdo muy bien los estatuarios iniciales y los adornos finales, muy toreros. La parte central de la faena tuvo temple y ligazón, pero no me llegó del todo. En ese toro se picó con PERERA, que hizo quites en los dos toros del francés, dándole una replica por chicuelitas muy ceñidas, especialmente la primera, escalofriante. Estoconazo, pelín desprendido, pero que hace rodar al toro sin puntilla. OREJA pedida mayoritariamente.

MIGUEL ÁNGEL PERERA – Tuvo el mejor lote de la tarde. Dos toros para hacerles lo que quisiera. ¿Y qué hizo? Pues dos faenas muy largas, muy templadas, muy ligadas ... pero con una cierta sensación de que faltaba algo. ¿Culpa de él o culpa de la falta de emoción de sus nobilísimos adversarios? De nuevo tengo la pregunta pero no encuentro una respuesta fácil. Digamos que esos toros son fáciles para cumplir pero difíciles para triunfar. En todo caso, en su primero, entre el pinchazo inicial y que una buena parte del público tomó partido descaradamente por el toro, la petición fue fuerte pero minoritaria. En el 6º, al que se “jartó” a dar series y series por ambas manos y que mató de corta y entera, la bobería del burel pasó su factura: el publico no se metió del todo en la faena pese a la cantidad inmensa de muletazos más o menos bien concebidos y compuestos que dio.

PABLO HERMOSO DE MENDOZA – Mató un toro en el ecuador de la corrida. Ya dije ayer que de rejones no entiendo. Solo sé si me divierto o no. Y me divertí mucho. El navarro levantó de sus asientos al público. Mata de pinchazo y rejonazo algo trasero y contrario. Inexplicable –para mí- la escasa petición, que contrasta con el entusiasmo con el que se acogió su VUELTA AL RUEDO.

OTROS – La cuadrilla de Perera saludó en sus dos segundos tercios. Buenos los pares del primero y el segundo, y también el del tercero al 1º del lote del extremeño.

Aunque sobre mi ánimo pesó la falta de enemigos, la tarde resultó entretenida y la gente salió, no emocionada, pero sí contenta.

DIGRESIÓN FINAL

Hace años, después de una corrida aburridísima, en un coloquio escuché como sacaban la cara al ganadero diciendo que la mansada sin fuerzas que había traído a Bilbao, sin embargo había tenido tres o cuatro toros que “servían”

Me extraño escuchar esa palabra en la boca, no de un taurino, sino de un buen aficionado.

Y es que yo creía que los toros tienen que ser bravos, no que “servir”.

Y ayer vimos un acabado ejemplar (el sexto) de lo que al parecer buscan con ahínco tanto el ganadero que lo crió como Juan Pedro Domecq: el toro “artista” o “colaborador”. Pues si ese es el objetivo, mi enhorabuena a Nuñez del Cuvillo: ayer lo bordó. En ese y en el 3º. Pero ¿de verdad es ese el objetivo?

Perera se pasó de faena en ambos, los llevó a los dos por donde quería, se hartó de dar pases templados y aplaudidos. Los remates de pecho tuvieron lentitud y solemnidad. Pero ... ¿dónde está la emoción?

Si ese es el toro bueno de esta ganadería, para ellos. A mí no me va. Con esa bobería es dificilísimo llegar al tendido, y la propia facilidad del toro pesa como una losa sobre los toreros que no tienen el don de trasmitir con estos toros tan nobles (Morante, José Tomás, Manzanares ... no se me ocurre ninguno más)

¿Es para conseguir esto que se está rebajando la casta en casi toda la cabaña brava? ¿Para estas faenas de poca vibración en las que no sabes si la faena la ha hecho el torero o el toro?

Me parece que el tema merece una reflexión. Y también lo merece el que sea este tipo de toro el que esté cimentando la leyenda de José Tomás.

Perdón por abusar de El Toro de la Jota para compartir mis dudas.

FOTOS: www.elcorreo.com

Crónica escrita por CINCITANO. Aficionado de Bilbao