La rivalidad actual entre toreros

Ya no queda rivalidad. Malo para la Fiesta. En estos tumultuosos días donde el stablishment taurino está preocupado por ganar el pulso a los abolicionistas del Parlament, desde otros palcos más cercanos al aficionado, blogs taurinos incluidos, se oyen y leen análisis reposados que van más al fondo de la cuestión. Mucho se podía hablar de la indefendible Fiesta-fraude que se celebra en muchas plazas, ganaderías y despachos de España, y de lo mucho que hay que cambiar en este negocio. La revolución pendiente que denomina Antonio Lorca muy acertadamente. Entre esta revolución pendiente hay un asunto que Antonio Lorca no nombra pero que es imprescindible recuperar para volver a la Fiesta auténtica.

La rivalidad, señores, la rivalidad entre toreros. Ver el otro día a El Juli, Manzanares hijo y Talavante en el callejón de Vistalegre comentando la corrida, o lo que sea, entre risitas, da vergüenza ajena. No puede ser. Los toreros no pueden ser colegas de cervezas. No puede ser que los toreros se pasen una semana tentando juntos en la finca de turno entre bromas y risas, no puede ser que los toreros se copien entre ellos estilos o pases caracterísitcos a modo de guiño al compañero (Talvante lo confirmó), no puede ser que en el patio de cuadrillas se saluden con una palmada en el trasero de la taleguilla, no puede ser que, Morante y José Tomás aparte, no se oiga una declaración crítica para un compañero que ha estado rematadamente mal, no puede ser que la rivalidad en quites haya pasado a la historia mediante el pacto de no agresión, yo no te toco a tu toro y tu tampoco al mío. No puede ser. ¿Por qué apetece tanto ver a Ponce y Tomás juntos? porque no son amigos. Porque no se pueden ni ver. Porque tienen personalidades antagónicas. La historia del toreo siempre ha estado llena de rivalidades que han urdido de grandeza épocas enteras de tauromaquia. La nueva generación de "figuras", figuritas quería decir, está acomodada en la más absoluta displincencia y aburguesamiento torero. De pena.

Con Costillares y Pedro Romero surge la rivalidad entre los toreros que tan beneficiosa para el arte taurómaco se demostraría en el futuro, de ahí surge el torero profesional (RETRATOS: Aspectos relevantes de la Tauromaquia.) . Desde Lagartijo y Frascuelo, pasando por Juan Belmonte y Joselito hasta llegar a Luis Miguel Dominguín y Antonio Ordoñez, siempre ha habido matadores adversarios. Algunos no se cruzaban ni las miradas, lo que les llevaba a dirimir sus diferencias en el ruedo, toro, capote y la muleta mediante. Bueno para la Fiesta. El que escribe, lo más cercano a rivalidad que ha visto en su vida ha sido el duelo descafeinado entre Joselito y Enrique Ponce, que llegó a su culmen en la Feria de San Isidro de 1996 durante el tercio de quites, con Francisco Rivera Ordoñez de espectador. Ver video.